Me sorprendo a menudo con la facilidad que habla la gente de las personas delgadas. A menudo, quien habla, son otras personas delgadas a las que les molesta que les llamen anoréxicas, o personas gruesas que envidian a las delgadas.
No es un secreto que tuve problemas de peso en mi adolescencia o juventud... como queráis llamarlo. Y no creo, tampoco, que lo haya superado del todo.
Bien es cierto que he pasado muchas fases... medir 1,70 y pesar 56 kg. y verme gorda, engordar por un problema físico hasta los 80 kg. y no verme mal, o como ahora, que como lo que quiero, peso unos 68 kg. y me encuentro gordísima.
No es que coja traumas, no es que vaya a volver a caer en la anorexia, pero bien es cierto que quiero adelgazar hasta quedarme en 60 kg. y que, si no tuviera que cuidar de mi familia, sería capaz de dejar de comer completamente para lograrlo. Soy así. Tengo un problema mental (o más de uno :-)), lo sé, lo reconozco... pero es que a mí me gustan las delgadas y no tengo ningún problema en admitirlo.
Me jode que muchas chicas (y chicos, pero especialmente las chicas) digan que no les gusta la delgadez, y sin embargo hagan dieta toda su vida o se maten en el gimnasio, o no quieran ir a la playa porque les da vergüenza su cuerpo. Yo nunca me he avergonzado del mío, haya estado más delgada o más gorda... siempre he estado orgullosa de él, solo que a veces me ha gustado más que otras... pero nunca he dejado de ponerme un bikini en verano por nada del mundo, e incluso el año pasado fue mi último top-less.
Me revienta cuando famosas actrices o modelos son criticadas por su delgadez, cuando luego, todas compramos revistas en las que nos explican qué dieta hacen, o si tienen celulitis para que, podamos pensar, que no dista un abismo entre ellas y nosotras.
Yo lo dicho, defiendo la delgadez, me gustan las ultradelgadas... y, es lo que hay.